Cautividad de Babilonia
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Se conoce con el nombre de Cautividad de Babilonia al periodo del siglo VI antes de Cristo, en que buena parte del pueblo judío fue forzado a desplazarse desde Palestina hasta la capital del imperio de Nabucodonosor II. Terminó con la conquista de Babilonia por los persas (Ciro) en el 538 a.c..
La deportación sucedió en dos fases, una en torno al 597 a.c., que afectó a las clases altas laicas, y otra, más general, en el 586 a.c. a raíz de la destrucción de Jerusalén, que no obstante no afectaba a los campesinos pobres (que son siempre la mayoría de la población). La liberación por Ciro significó la vuelta de muchos judíos a Palestina, pero la mayoría engrosó lo que se conoce con el nombre de diáspora o comunidad judía en el exterior, que ya era numerosa en algunos lugares, como Egipto.
No conviene confundir la cautividad de Babilonia con la cautividad israelita en Nínive, desde el año 722 a.c. (relacionada con las diez tribus perdidas de Israel) que afectó a la mitad norte del territorio de Palestina, llamado reino de Israel, y que en la interpretación providencialista mereció peor suerte aún que las dos tribus del reino de Judá. Ambas comunidades estuvieron advertidas por los grandes profetas del periodo: Elías e Isaías respectivamente.
La utilización del concepto cautividad de Babilonia por extensión ha tenido mucho éxito a lo largo de la Historia, habiéndose aplicado a
- la definición del periodo conocido como Cautiverio o Cautividad de Avignon (periodo del siglo XIV durante el Cisma de Occidente en que hubo dos papas, uno en Roma y otro en la ciudad francesa de Aviñón);
- el propio catolicismo romano, que para Lutero es un secuestro de la Iglesia cristiana por el Papa (La cautividad de Babilonia, 1520)